Los 9 miedos más frecuentes a la hora de emprender un gran viaje
Hablemos un poquitico más sobre estas cosas que vivimos antes de prepararnos para un gran viaje. Hoy se me ha ocurrido que entremos directamente al grano y nos lancemos a hablar sobre los miedos.
Para preparar este tema me puse a buscar, preguntar y analizar en mi misma cuáles son los miedos comunes que tenemos antes de hacer un gran viaje. También le pregunté a Sergio, cuáles son esos miedos que puede tener en esos momentos en los que estamos pensando en hacer un gran viaje.
Con todas las ideas que he sacado he ido tomado nota, y me han salido 9 miedos frecuentes a la hora de emprender un gran viaje.
Vamos a ir hablando de cada uno de ellos, y por el camino yo te voy a contar algunas anécdotas o experiencias que he tenido.
Pues sí, me he visto también en alguna situación así, en mi anterior gran viaje de varios años de duración.
La idea es que lo que comparto hoy te ayude a reflexionar sobre tus propios miedos y que puedas sacar tus propias conclusiones.
Quiero invitarte a pensar cosas como estas, precisamente:
- ¿Cuáles son esos miedos que tú tienes que te impiden decidirte y ponerte manos a la obra en esto de hacer un viaje largo?
- ¿Qué es lo que te impide emprender, o hacer algo que quieres hacer desde hace tiempo?
Mira la charla completa que hace referencia a este artículo aquí:
9 miedos más frecuentes a la hora de emprender un gran viaje
Perder comodidades
Este es un miedo más común de lo que imaginas, y lo más curioso es que la mayoría ni lo reconoce como tal, hasta que está viajando y se da cuenta de todo lo que ha perdido. Entre estas comodidades existen las siguientes:
- El agua caliente,
- El acceso fácil al agua potable,
- Un buen servicio de internet,
- Una buena cama,
- O comodidades para trabajar.
Cuando hacemos viajes largos, uno de los grandes miedos es la privación.
Cada uno de nosotros teme distintas privaciones, y suele hacerlo agrupando varias de las anteriores (si no todas). Seguro que se te ocurren más que no están listadas, como podría ser el no encontrar tu comida favorita allá donde vayas.
Si reflexionamos sobre estas privaciones, veremos que hay gente a la que le da pavor el siquiera imaginarse quedarse sin internet.
Y con el tema del agua caliente, por ejemplo, para algunas personas es vital para bañarse el agua caliente; mientras que para otras no pasa nada por tener que bañarse con agua fría… Sin embargo, hay personas acostumbradas a esta comodidad que no contar con esta opción les arruina la experiencia.
Por eso he agrupado todas estas privaciones de comodidades en este primer miedo. Para una persona X, estos elementos son importantes y no puede pasar sin ellos.
Tú puedes ver tus comodidades compuestas por otras cosas, como por ejemplo tener una cafetera para hacerte el café todas las mañanas, una tostadora para el pan, o no sé, una licuadora o un extractor de jugos para hacerte zumos de frutas caseros.
Hay gente que tiene muchas rutinas en las mañanas y se acostumbran a ellas; y cuando se hace un viaje largo, pues se pierden esas comodidades. En esas circunstancias nos puede dar algo de pánico. Al fin y al cabo, es salir de la zona de confort.
Yo la verdad, de estos miedos en particular, el tema del agua caliente, por ejemplo; pues bueno, yo viví diecinueve años en casa de mis padres y nunca tuvimos agua caliente.
Me levantaba a las seis y media para ir a estudiar y todos los días me bañaba antes de marcharme; o sea que durante diecinueve años viví bañándome con agua congelada. Como puedes comprobar no me morí, y no pasó nada.
Y aunque hoy en día ya estoy acostumbrada al agua caliente y me gusta, ¿perdería una comodidad? Sí, pero no es el fin del mundo, eso no me atormentaría ni me dañaría un viaje ¿sería una putada? pues puede que sí, pero se me pasaría a los días. En más de dos años viajando me ha pasado y mira, sigue sin siendo el fin del mundo.
En cuando al agua potable, es verdad que hay lugares donde el agua es muy costosa.
De hecho, aquí en Europa, en un lugar tan cerquita como Venecia, el agua potable allí es más costosa de lo que cabe pensar.
Entonces, en ciertos lugares el agua potable tiende a ser costosa. No es imposible de encontrar, que eso también. Así que si tienes ese miedo, pues ten presente de que, por más remoto que sea el sitio, es posible que encuentres agua potable; y, en el peor de los casos, encontrarás fuego y podrás hervir agua y hacerlo como lo hacía uno antes.
Yo recuerdo que una época en casa nos tocaba hervir el agua mucho tiempo. Y no pasaba nada; uno la hierve, la deja enfriar y luego se la toma. Hay soluciones.
Con el tema del internet sí da muchísimo miedo, sobre todo para los que trabajamos de manera digital. El quedarnos sin conexión puede atrasar trabajos (y eso es una putada), y ahí es donde viene el tema de la planeación (de lo que hablábamos la semana pasada).
Víctor Lloret nos hizo un artículo donde él nos hablaba sobre cómo se planificó para hacer un largo viaje.
Para prevenir el que no cuentes con demasiada conexión a Internet está planificarse bien cuando tienes cosas de trabajo. Obviamente hay cosas que se te van a salir de las manos, eso es inevitable. Sin embargo, se pueden mediar. No es el fin del mundo a final de cuentas.
Lo de la cama… Uf, esto sí es bastante complicado, porque tú no sabes qué tipo de cama te vas a encontrar.
A veces llegas a un lugar donde la cama es una delicia y otros donde la cama es una mierda, y si has pagado por ello da más putada, porque si es gratis, te resignas, al fin y al cabo.
Entonces, no es una cosa de que porque pagues más vas a tener una buena cama. Para que quede claro: a veces sí funciona así y a veces no.
Por eso a veces te toca, de hecho, acampar y acostarte ahí en la hierba.
Yo te recomendaría que si para ti la comodidad en la cama es importante, así como tener un buen lugar para trabajar; lo mejor (yo siempre lo he recomendado) es utilizar herramientas o sistemas como AirBNB, porque sabes lo que pides.
Yo ahoritica, por ejemplo, cada vez que viajo lo primero que miro son las ofertas locales de AirBNB. Reviso si tienen internet, si tienen mesas para trabajar y cosas importantes para mi comodidad. ¿Me explico?
Obviamente, me centro en esos detalles porque para mí eso es importante. Para otras personas lo importante será que tengan vista a la playa, Pero a mí eso no me importa, ¿Sabes?
Bueno, te confieso que sería genial que tuviera vista a la playa; pero si no es el caso, no pierdo nada. O sea, si me ponen a elegir entre eso y comodidad para trabajar, pues yo prefiero comodidad para trabajar.
¿Me entiendes? La cosa va de mirar tus prioridades y, de acuerdo con eso, buscar el alojamiento.
Entonces, ¿perderás comodidades durante un viaje? Pues sí, y puede que ganes otras. Yo creo que aquí el tema es abrir un poco la mente.
No saber con qué te vas a encontrar
Pues oye, yo no sé si a ti te pasa, pero yo cuando me levanto todos los días, no sé qué me voy a encontrar ese día.
Nunca me levanto pensando en que ya lo sé todo… ¿A ti te pasa?
¿Te levantas y ya sabes todo lo que va a pasar ese día? ¿Lo imaginas y es así tal cual como va a pasar? A mí no me ocurre.
Entonces, para mí todos los días son una sorpresa. Sin decir mentiras, puedo afirmar que para mí cada día es distinto. ¡Y hago lo mismo todos los días!
El tema esta en que no sé lo que encontraré cuándo abra el correo, cuando lea mis mensajes pendientes, o cuando me ponga en contacto con mis seres queridos.
No puedo predecir qué va a pasar con el clima, con mis vecinos y con las actividades que voy a realizar. Quizás eso hace que haga las cosas diferentes. Por ejemplo, con mejor ánimo, o que las haga más enojada también.
¡Todo es una sorpresa! Y creo personalmente que, cuando lo ves así, da igual la incertidumbre: se convierte en cuestión de actitud.
Cuando viajas no sabes qué te vas a encontrar, por más que supongas o que te prepares.
A mí me pasó cuando después de vivir en Cali 5 años me fui a vivir en Bogotá: yo no sabía qué me iba a encontrar, pero tenía ganas de descubrirlo; y cuando tú vas con esa intención, lo que te vas a encontrar siempre es bueno. Siempre es genial.
Habrá putadas, como en todas partes, pero si tú vas con una actitud de “va a ser una pasada”, a la final vas a aprender y la experiencia va a ser buena. ¿Sí me entiendes?
Creo que nunca vas a saber, por más que lo planees, de que te mires guías, vídeos, blogs y consultas a viajeros avanzados.
De hecho, a mí me pasó que llegó un momento (cuando yo hice mi primer gran viaje), en el que estuve viendo mucho un programa que se llamaba “Callejeros Viajeros”.
Era un programa que mostraba a españoles que vivían en otros países, y nos presentaban un poco cómo era la cultura, la comida, y todo el tema a escala local. Estaba muy guay el programa y a mí me gustaba un montón.
Cuando sabía que iba a ir a un lugar, por ejemplo, Tailandia, meses antes empezaba a ver estos programas y otros documentales. Fue interesante porque me permitía ver algunas cosas del lugar, pero llegó un momento donde era como que “yo ya no quiero ver más sobre eso, ni quiero leer más blogs… ¡yo quiero estar allí y experimentarlo por mí misma!”.
Entonces, por más de que te documentes, te leas todos los libros que haya sobre el país, y recabes tanta información como puedas sobre el lugar, nunca va a ser igual a lo que tú vas a vivir.
Lo dicho: puedes prepararte, pero la experiencia que vas a vivir va a ser muy diferente.
Por eso mismo yo te recomendaría dejar las expectativas e ir a disfrutar del sitio, y ya.
Vas a tener miedo por no saber qué te vas a encontrar, claro que sí.
De hecho, a mí me da muchísimo miedo a veces cuando voy de aquí a Barcelona. Son cuarenta minutos en tren, y a veces es como que no sé qué me voy a encontrar en Barcelona. ¡Y eso es genial!
Y lo siento, pero eso es lo chulo de viajar: como igualmente no sabes qué te vas a encontrar, entonces déjate sorprender por la vida. Ese es mi consejo.
Miedo a los robos
Ese es otro miedo que tenemos las personas cuando vamos a viajar: que alguien nos robe.
Pero mira, te voy a decir una cosa: en tú país, ahí mismito donde estás, también te pueden robar.
Es verdad que hay lugares que son un poco más peligrosos. Hay lugares donde los dueños de lo ajeno son más habilidosos y ese tipo de cosas; pero en tu propia ciudad, en tu propio país que es tan seguro para ti, también pasan cosas.
Esta semana, por ejemplo, una amiga que está aquí de vacaciones en España estaba por Barcelona paseando y la robaron. Así tal cual… Aunque fue al descuido, no mediante agresión.
Claro, aquí no es como en Colombia que te sacan una pistola, pero te roban igual. O sea, dejas medio mal la cartera y se la llevan.
Entonces, la cosa para ella fue como “me roban aquí y no me roban en Colombia, ¿cómo es posible?”…
Pues porque te fresqueas, hermana.
Yo aquí veo a muchas personas que ya llevan un tiempo viviendo en España, y se tranquilizan porque los robos son menos frecuentes. Se relajan mucho, mientras que en Colombia son súper desconfiados y cuidan siempre de andar con sus cosas súper seguras y tal.
Mejor dicho, en estos casos se trata de tener sentido común.
Si te van a robar, te van a robar en cualquier país, en cualquiera.
Es simplemente “no dar papaya” (como decimos en Colombia): ser muy cuidadoso con tus cosas, y más con tus objetos personales de valor.
Por ejemplo, el ordenador, pues hombre, ¡no lo dejes por ahí en medio y mal puesto! Si no hay caja de seguridad donde te vas a quedar, pues llévalo contigo a donde vayas.
Como regla de oro, trata de llevar un portátil liviano (y que se ajuste a tus necesidades, obviamente).
No te lleves un mamotreto de ordenador que cargarlo sea una pesadilla. Hay que ser prácticos cuando viajas, y más si haces un viaje largo.
Otra forma de no dar papaya es no andar con los bolsillos llenos de efectivo. A una amiga le robaron cosa de unos 2.000€ en efectivo en los Países Bajos (Holanda). Y ante situaciones así, uno piensa “quién anda con tanto suelto encima” … ¡Nadie en su sano juicio!
Así que tirar de sentido común es lo que toca.
Eso y cuidar tu actitud y tu mentalidad. No te roban expresamente “porque viajes”, sino porque te descuidas y te relajas mientras viajas… Pero lo mismo te podría pasar en tu propia casa.
Miedo a enfermarse
Wow, ese sí que da yuyu.
Cuando haces un viaje de estos de larga duración donde estás mucho tiempo de un lugar para otro, enfermarte da miedo.
De hecho, cuando yo hice mi viaje largo, la pareja que tenía en ese entonces se enfermó cuando estábamos en Indonesia y fue tan grave lo que le dio que pensamos que se moría allí.
En ese entonces no se conocía, pero le dio Chikunguña; y claro, íbamos donde el médico a ver si era diarrea del viajero, malaria, o algo así, simplemente para saber qué diablos era.
Lo curioso fue que todos los exámenes le salían bien; pero el tipo no se podía parar de la cama y le daba una fiebre algo fea. También le empezó a dar como cuando te da varicela o sarampión, que te pones con ronchas rojas, y en estas el médico decía “pero es que está bien”, porque en los exámenes salía que estaba bien… Pero bastaba con mirarlo para saber que no era así.
Fue muy, muy duro, esas semanas allí. Y bueno, su familia se puso en plan de “tráelo, que se va a morir y qué vas a hacer tú allí”; porque allí estaba yo, yendo a comprar la comida todos los días y tratando de hablar mi mal inglés y darme a entender.
O sea, fue una prueba bastante dura y angustiosa, pero a la final salimos de ella.
Y oye, que ese tipo de cosas pasan. Cuando tú viajas, puede pasarte cualquier cosa y yo creo que ahí la recomendación es sencilla: si te pasa, tómalo con la mejor actitud.
A mí me dio una infección en el oído en Camboya, y de hecho el mismo día que iba a volar. En vez de eso me tocó ir al médico para que me mandara antibióticos porque me daba muchísimo miedo volar y que me explotara el oído, por ejemplo (ya sabes cómo va eso: empiezas a leer cosas y te llenas de pánico).
Y por supuesto, para ir a un médico estando de viaje, tener un buen seguro es imprescindible.
Un seguro médico siempre te va a dar tranquilidad, aunque puede que nunca lo utilices (y ojo, que para muchos lo mejor es que lo tengas y nunca lo necesites).
Puede aumentar el coste total de tu viaje, pero vas tranquilo. En tu mente suena algo así como “si pasa algo, al menos tengo el seguro” y respiras mejor, ya te digo.
No tener seguro es peor cuando te pasa algo, ya que tienes que pagar un montón de dinero por la atención y los tratamientos que necesites durante tu viaje. Dicho de otro modo, el seguro (si es bueno y cumples con las condiciones) siempre te va a cubrir el culo.
Entonces, otro consejo sería: tener un seguro médico porque, a la final, te va a ayudar un montón, al menos a estar tranquilo.
Durante un viaje estamos expuestos a muchas cosas nuevas: comida, lugares, clima, insectos… Es normal que te de malestar estomacal, gripas, infecciones, dolores de muela y que te piquen bichos raros… Todo ese tipo de cosas pueden pasar. Son viajes largos y el cuerpo de alguna manera se pone sensible al viaje también, con lo que es de esperar verlo reaccionando, ¿verdad?
Para trabajar este miedo a que te enfermes lo mejor es tener un seguro y prevenir que lamentar.
Miedo a que le pase algo a mí familia cuando yo no esté
Y ese algo puede ser tanto malo como bueno…
Hay muchísima, muchísima gente que tiene miedo de perderse cosas en su familia: un nacimiento, la muerte de alguien, que alguien se enferma de improviso…
Ese tipo de cosas dan muchísimo miedo. Aquí, pues, ¿qué te puedo decir yo?
Llevo diez años viviendo fuera de mi casa, lejos de mi familia. Me he perdido entierros, me he perdido nacimientos, me he perdido celebraciones, me he perdido tristezas, me he perdido muchísimas cosas por no estar cerca de mi familia, claro que sí; y eso hace parte del paquete.
Es inevitable: la vida sigue corriendo.
Así como tú estás viviendo nuevas experiencias cuando viajas, las personas que se quedan también están viviendo su vida, y en ese vivir hay de todo. Que tú te pierdas cosas suyas y ellos se pierdan cosas tuyas forma parte de la experiencia.
Entonces, toca desprenderse, desapegarse a esas cosas. Sé que es duro y te entiendo, es muy difícil deshacerse del miedo de perderte cosas.
Sin embargo, no debería ser la razón para que no viajes porque a la final siempre nos vamos a perder cosas.
Lo más curioso que me ha pasado estando fuera de casa, es que me siento más conectada estando lejos que cuando estoy cerca. Y esto me sucede porque cuando estoy allí su actitud es más de “ah, pues como ella está aquí ya se entera de todo, sabe todo, está con todo”; pero cuando estoy lejos como que ellos quieren hacerme más partícipe de sus cosas, ¿sabes?
Y del mismo modo, yo misma estoy más receptiva a contar lo que me sucede, aunque sea evidente por las fotos y los textos que comparto. Quiero sentir que de alguna manera están presentes, pendientes de mí y acompañándome.
Por eso siento que cuando estoy lejos estoy más en contacto con mi familia. Suena irónico y hasta un tanto raro, pero la verdad es que me sucede así.
También siento que se sanan cosas, que cuando uno está allí todos los días peleando o todos los días en un ambiente de una discusión que ves que no tiene sentido, cuando estás lejos pues le quitas importancia a las cosas y como que fluye mejor la relación con tus familiares.
Por eso a veces es necesario tomar distancia y dejar espacio para respirar tranquilos.
Puede ser duro, y entiendo que tengas miedo a eso; pero la verdad es que a la final, es simplemente entender que la vida es así, ¿no?
Eso y que si tú quieres perseguir tus sueños hay que seguir adelante.
Miedo a no poder comunicarme o que alguien no te entienda
Ese miedo, por ejemplo, yo lo tuve muchísimo, muchísimo tiempo, porque claro, cuando te vas, así hables el mismo idioma, hay usos y sentidos diferentes del idioma.
Por ejemplo, cuando yo me vine de Colombia a España, obviamente estaba en un lugar donde se habla español. Con mi mal castellano podía hablar y entenderme con la gente, independientemente de que estuviera en Galicia o en Cataluña, que son los sitios donde he residido de manera estable.
Sin embargo, me tocó aprender a pedir ciertas cosas y hablar de ellas no como las conozco yo, sino como las conocen aquí.
Pero la fiesta fue todavía mayor cuando viajamos para Inglaterra y Asia, donde a veces ni con el inglés podía hacerme entender… Y me tocaba improvisar con mímica, miradas y cualquier palabra que pudiera encontrar para lo que quería decir. Sin importar el idioma en que la dijese mientras me entendieran.
No lograr que te entiendan es de esas cosas que da miedo visceral. Así pues, ¿qué me ha servido a mí?
Una de las cosas que he visto que más me ayudan es empezar a practicar inglés, aunque no esté segura de que lo hablen bien allá donde voy.
Ese es el idioma universal para los viajes, y por eso te recomiendo que aproveches para aprenderlo.
Si vas a hacer un viaje a otro país donde no hablan español, y ya dominas el inglés hasta cierto grado, también es interesante que empieces a hacer prácticas de la lengua dominante de ese lugar.
Yo cuento con una profesora online privada de ingles que utilizo antes de mis viajes. Ella es Laia, hacemos clases particulares por internet; y ella me ayuda sobre todo a vencer mis miedos a no poder comunicarme. Me pone ejercicios fáciles que yo pueda hacer y sentirme segura.
Además, como es amiga mía, viajera y forma parte de Comunidad Fluyendo, sé de buena tinta que ella misma estudia malayo y ruso por los motivos que te dije sobre aprender la lengua dominante local de aquellos sitios donde deseas viajar.
Ese tipo de cosas ayudan un motón. Yo te recomendaría que hagas eso, y también que mires vídeos en inglés con el audio original, para que el oído pueda irse acostumbrando.
También que practiques el idioma todo lo que puedas. Por ejemplo, que juegues con Duolingo, o que contrates a una Laia como hago yo y empieces a tener clases particulares unos mesecitos antes del viaje, para ir cogiendo confianza y no estar tan oxidado con el idioma. Eso puede ser una buena opción.
Ya te digo que uno siempre, siempre, siempre se comunica. De alguna manera encuentras la forma de expresarte. Lo mejor que tenemos es que nos volvemos creativos cuando estamos en una situación difícil.
Y cuando sale la creatividad nos volvemos unos magos y lo logramos todo, ya te digo.
¿Y si me pierdo y no sé volver?
O sea, si me pierdo cuando esté viajando. Eso, claro, da mucho miedo. ¿Te imaginas estar perdido?
A mí me pasó, tengo dos historias con esto de perderse que te van a causar gracia.
Cuando estuve en Washington hace unos años, veníamos de hacer un viaje largo por Asia.
Para entonces yo ya llevaba cosa de dos años sin usar ni tener un teléfono móvil. Pues bien, hicimos una parada en la principal estación ferroviaria de pasajeros de la ciudad de Washington D. C.: Union Station.
Estábamos acompañados de la familia de mi pareja y mientras ellos veían donde comer, yo me fui sola al baño, que quedaba en un piso superior. No tenía pérdida, con lo que decidieron esperarme allí mismo donde estaban.
Pero a veces la vida se pone el gorro de fiesta y se vuelve bromista… Justo entonces, mientras yo usaba el baño, sonaron las alarmas de la estación. Y como te imaginarás, empezaron a desalojar las instalaciones.
Apenas acababa de entrar al baño tras hacer una cola francamente larga, y ya nos estaban echando.
Obviamente, a mis acompañantes también los desalojaron y no pudieron quedarse a esperarme o buscarme
Ahí fue donde mi lógica hizo de las suyas.
Como no llevaba teléfono y les dije que había ido al baño, asumí que me bastaba con regresar allí y esperar a que viniesen a buscarme donde les dije que estaría.
Al fin y al cabo, con la historia habían cerrado la parte de las comidas, así que no tenía caso volver por allí… Pero, en fin, no salió tan suave como esperaba. Y sí, nos encontramos de nuevo, pero al otro día yo tenía un móvil en mi casa esperando por mí porque mi ex se puso de los nervios por no poder localizarme.
Por ese motivo, me compró un móvil. Su justificación: “es que no podemos estar incomunicados así. Si vuelve a pasar una cosa de esas, que tú tengas un móvil y puedas llamar”. Y le tuve que dar la razón porque, claro, fue demasiado susto.
Como verás, es indispensable tener un móvil operativo en el país que estés. Nunca se sabe cuándo lo vas a necesitar.
En cada país al que fuimos teníamos cada uno de nosotros nuestro propio número de móvil y tarifa de internet. Entonces, eso ayuda muchísimo, por ejemplo, a buscar en google, a tener siempre la dirección del hotel o del AirBNB donde te estés quedando en el mapa, y a contar con unas indicaciones básicas.
Yo siempre he sugerido (y esto se debe gracias a las películas de estas catastróficas que me gustan) que hay que tener una especie de código por cosas como estos: si nos perdemos porque, no sé, hay una protesta, porque uno se monta al metro y el otro no alcanza a subirse… Ahí hay que responder una pregunta como: ¿dónde nos vemos sí…?
Ponerse un sitio al que sea fácil llegar y que no olvidemos fácilmente. Lo más probable es que sea un lugar que no conocemos ninguno de los dos, pero que sirva de referente.
Me parece preferible tener este tipo de acuerdos y protocolos y no necesitarlos nunca, que verse en una urgencia y no saber qué hacer con tu vida.
Yo nunca los he llegado a utilizar, pero te dan esa tranquilidad de que “bueno, si me pierdo y voy con alguien, pues al menos sabré reunirme nuevamente con esta persona”.
Si me pierdo y estoy sola, pues mira: apuntas la dirección o nombre del lugar donde te quedas. Es buena idea tener una libreta donde puedas apuntar, así como aprenderte de memoria la dirección donde te alojas y la del sitio al que quieres ir.
Puede pasar que te pierdas, como me pasó a mí en Camboya, que me fui a caminar porque estaba furiosa con mi ex y lo dejé en el hotel.
Caminé y caminé, y cuando me di cuenta había pasado cosa de tres horas, y yo estaba llegando a los templos y ni cuenta me había dado.
Al darme cuenta, fue como “mierda, ahorita me toca volverme todo esto”.
Al principio me dio mucho susto, pero me puse a hablar con una persona allí, en inglés, que luego me llevó hasta el hotel. Supieron reconocer el lugar con una descripción que les di, porque desde luego no tenía ni teléfono, ni dirección del lugar. Así de genio soy 🙁
Tuve una suerte loca en ese momento. Y por eso te recomiendo ser un poquito más precavida que yo.
Eso sí, a la final tú encuentras maneras para llegar a tu lugar.
No te dé miedo, como te decía antes, cuando estás en ocasiones difíciles tú te vuelves más creativo, y eso es de las aventuras más bonitas que puedes experimentar cuando viajas. Entonces, míralo como una oportunidad.
¿Qué pasa si se acaba el dinero?
Pues, mira, mi recomendación es que tengas tu tiquete de regreso ya cerrado, o bien que reserves un dinero (que no toques) y que sea para el tiquete de regreso, o que hayas comprado tiquete de ida y vuelta, con la vuelta abierta por ejemplo si no quieres comprometerte con un día de regreso. Así te quitas la mayor preocupación.
Entonces, ten siempre un dinerito allí para poder moverte y regresar a tu casa, que eso es lo peor que puede pasar.
Y mira, si se acabó el dinero del viaje y ya no hay con qué seguir, es una putada: pero al menos tienes con qué volver a casa.
¡Y no pasa nada! Vuelves a casa, te reagrupas, vuelves a coger ahorros y luego vuelves y viajas (si es el caso), o bien te quedas ya por allí y te estabilizas.
Esto es como la llamada de “oye ya, vuelve a casa porque se acabó”. No pasa nada, no es el fin del mundo. Sin embargo, como te diré siempre, uno se vuelve creativo.
Encontrarás maneras para que el dinero te dure o para conseguir mucho, mucho, más dinero. Entonces, que no sea un miedo el tema del dinero.
Ten tu reserva, como siempre: ve preparada.
Hacer una preparación antes te ayuda muchísimo a que estas cosas no te frenen totalmente. Da un poco de susto, pero no debería limitarte a la hora de hacer realidad tu sueño de viajar (si esto es lo que quieres hacer).
El último miedo: no sentirse a gusto en el lugar que visitas
A veces llegamos a unos sitios donde nos ponemos en plan “vaya putada, este sitio no me gusta, no me siento a gusto”.
Pues mira, ¿qué es lo peor que puede pasar?
¿No te sientes a gusto, no te gusta? Pues te vas para otro sitio.
¿Que reservaste muchas noches que se van a quedar sin usar?
Pues lo sopesas: “¿Cuánto me cuesta?, ¿cuánto voy a perder?, ¿cuánto cuesta mi tranquilidad?”,
Mira, si es solamente por dinero, a la final te vas y ya. Para estar sufriendo, mejor seguir adelante y luego haces menos cosas y recuperas de alguna manera ese dinero.
Pero ya te digo, que por más malo que sea el lugar encontrarás cosas que hacer, qué ver y disfrutar. Eso seguro.
Todo a la final se resuelve con buena actitud. Si la actitud está de tu parte, las cosas solamente pueden salir bien, por más duras que se pongan. La cuestión es que no te detengas en las excusas, ni en el miedo, ni en la inacción.
Si no encuentras las oportunidades que buscas, créalas tú y haz lo que tengas que hacer por salir adelante.
Con esto hemos llegado a la final de este artículo.
Espero que te haya gustado este recopilatorio con los 9 miedos más frecuentes a la hora de emprender un gran viaje. Espero me cuentes ¿cuál es tu miedo cuando piensas en hacer un viaje largo?
Y recuerda que a medida que vas viajando vas superando muchos de estos miedos y seguro llegarán otros. Entonces, aquellos miedos que surgen durante el viaje y después los iremos viendo en su momento.
En el vídeo que encuentras más arriba podrás ver la charla en vivo sobre este tema. Y si quieres participar y ver las otras, solamente debes ingresar al grupo privado de Traviajar en Facebook. Nos vemos en vivo todos los viernes.
También puedes escuchar el audio de esta charla aquí:
Imagen: Depressed woman sitting with her hands covering her face overwhelmed with emotion By christinarosepix
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