Destinos de película desde la comodidad de nuestra casa
Una de las cosas que más echo de menos desde hace un tiempo (y que se ha acentuado con la cuarentena) son los viajes a destinos de película y los encuentros con mis amigos.
Hoy te voy a hablar de esos e encuentros en los que íbamos a la fija: cena, música, chistes, juegos de mesa, cerveza, vino y una shisha para recordar tus viajes.
Con el tiempo, vimos que nos llenaba más esta clase de plan.
¡Seguro que a ti también te ha ocurrido!
Eso de llegar a un momento (que no a una edad, aunque a veces coinciden ambas) en el que ya no le ves sentido a lo que antes te parecía glorioso.
Es tan graciosa la cuestión que hasta cómicos como Boyacoman y Franco Escamilla le han hecho chistes.
Más relativos a la edad que al sentido que le ves en ese momento de tu vida (a que hablan de tu tolerancia a esos ambientes y costumbres, y de la resaca del día después ¡o incluso de varios días después!) pero también lo tienen en cuenta.
En este caso, mis amigos y yo cambiamos las macrofiestas multitudinarias y su frenesí (que también tiene sus méritos, ojo) por reuniones entre los más cercanos.
Al principio en ambientes más tranquilos, y con el tiempo en casa de alguno de nosotros.
La excusa para reunirnos siempre eran la cena y los juegos. El alcohol y la pipa de agua no siempre formaban parte de la experiencia; pero cuando estaban, lo pasábamos mejor que en cualquier garito.
¡Y tenía sus ventajas!
Menos riesgo de consumir garrafón (es decir, alcohol barato y/o adulterado), mejor control de las cantidades… Y menos necesidad de seguir consumiendo para “aguantar el ritmo”, con lo cual, menos probabilidad de pasar una o varias malas mañanas.
Grandes ventajas, ¿no te parece? ¡Para mí fue un pleno!
Habrás notado muy a menudo que, en determinados ambientes, el consumo de comida, de alcohol, de shisha (y de otras sustancias) es prácticamente la columna vertebral de la experiencia.
Es más: que se estila el consumo en grandes cantidades, y que se favorece la cultura del aguante.
De consumir tanto como puedas sin que te deje roto al día siguiente. Pero, por supuesto, a todo eso se le puede dar un giro y convertirlo en una experiencia para estrechar lazos.
No sólo entre nosotros, sino con otras culturas.
Yo fui el primero de mis amigos en quejarme de la cultura de salir “a destrozo”, y también el primero en señalar que habíamos pasado de quedar a las 5 de la tarde para practicar durante horas algún deporte a vernos a las 10 o las 12 de la noche para hacer la ruta del calimocho, los chupitos y el cubata.
Y ahí fue cuando descubrí que algunos no eran amigos, sino compis de juerga.
Por eso pegué un carpetazo sobre la mesa y empecé a negarme a ese tipo de planes y horarios. ¡Mi bolsillo y mi cuerpo lo agradecieron mucho!
Cuando empezamos a viajar fuera del país vimos que en otros sitios hacían las cosas de otra manera.
Desde la forma en que cocinaban los alimentos, hasta lo que consumían cuando salían o estaban haciendo deporte.
Así que nos traíamos alguna muestra en la maleta de lo que más curiosidad nos causaba para compartir con los amigos. ¡Todavía recuerdo unos sobrecitos con especias que luego no supimos cómo gastar!
Hoy en día, podemos conseguir casi cualquier cosa en las tiendas del barrio. Si te buscas una tienda de chinos o pakis, a buen seguro tendrán especias, frutos secos, harinas y productos regionales importados.
Quizás a un costo más elevado, claro que sí, pero la opción existe.
El caso es que, aunque lo traigan hasta aquí, para nosotros sigue teniendo ese sabor a viajes y aventuras.
Y no por el tabaco o la comida en general, sino por sentir como si estuviéramos en esos lugares que extrañamos o que nos gustaría conocer como: Egipto, Nepal, Japón u otras ciudades de India.
¡No solamente se viaja en las películas, los libros y las fotos que has tomado de tus viajes!
Hay usos y costumbres que se expanden por el globo y te permiten viajar con los sentidos, sin salir del sitio.
Prácticas que te ayudan a sentirte en otro lugar con un ligero esfuerzo por crear otro tipo de ambiente.
¡Seguro que ya te pasa si practicas yoga o artes marciales!
Tal vez sería buena idea que pruebes también otras cosas… Como, por ejemplo, hacer comida típica de otros países.
En casa nosotros hacemos:
- Sushi (y otros tipos de comida japonesa),
- Fajitas (entre otros platos típicos de la comida mexicana),
- Estofados y guisos típicos de China (el que mejor nos queda es el estofado de ternera con verduras, y después el arroz chino),
- Pasta, pizza y otros tipos de comida italiana…
- ¡Y muchos otros platos fáciles de hacer!
Todo ello porque en Comunidad Fluyendo la mayoría de nosotros somos viajeros, y tenemos el fetiche gastronómico.
De hecho, uno de nuestros miembros dice que él para viajar con los sentidos decidió aprender un plato de la cocina de cada lugar que visita.
¡Y cada plato lo prepara como si llevase toda la vida cocinándolo! Con las especias, los acompañamientos y las salsas que lleve. Todo hecho por él mismo.
En fin… Experiencias que te ayudan a conocer otras culturas y te hacen sentir que estás en otros lugares.
Diana tras su primer viaje a Asia aprendió a cocinar lentejas al curry de una manera que le quedan deliciosas. Y es un plato que comemos varias veces al mes, porque a mí me encanta.
Hoy en día, ya que los viajes son tan limitados para muchos de nosotros, podemos usar esto como una forma de recordar, aprender y disfrutar la diversidad que se consigue cuando visitas otros lugares.
Porque volveremos a ellos muy pronto, sin embargo por ahora, nos queda recordar y disfrutar con lo que podamos y en dónde podamos estar.
Ahora, ¿qué hay de ti?
¿Cuándo fue la última vez que viajaste? ¿Qué haces para recordar los lugares que más te han gustado y que extrañas en este momento?
¡Te leemos en los comentarios!
Excelente post, y muy nutrido de información, definitivamente uno de los mejores que he leído.
Saludos.
Nos alegra mucho que te haya gustado 🙂